En diciembre de 1770 nació en Alemania uno de los más grandes genios de la música: Ludwig van Beethoven. De acuerdo con la historia, Beethoven marcó un hito entre el paso de la era clásica a la romántica. Sus obras son impresionantes, por lo cual se le llegó a denominar un virtuoso de la música.
El diccionario (Vox, 2012) nos define la palabra «virtuoso» como el de una persona que tiene virtudes; y bueno, esto nos deja con la inquietud de qué es una virtud, pues el diccionario también nos lo define: «Una virtud es la capacidad que tiene una cosa de producir un efecto positivo».
Cuando pensamos en efectos positivos esperamos que los resultados sean a nuestro favor, o por lo menos, satisfactorios en una buena medida. Beethoven fue un virtuoso de la música, lo cual lo dejó claro en cada una de sus obras, pero: ¿cómo puede aplicarse esto a nuestras empresas?
Dando tres puntos para definir a Beethoven, podría decir que él: se «adelantó» a su época, conocía muy bien de lo que era capaz y nunca supo el impacto que tendría en la humanidad. Pues bien, las empresas pueden tener un acercamiento a estas características mediante lo que llamaremos: «el círculo virtuoso».
¿Qué es el círculo virtuoso? Algo que sé, y tú mi querido lector no me dejarás mentir, es que cada empresa busca ser rentable; y esto es independiente de qué tipo de empresa —inclusive si eres solo tú—. Diremos que el círculo virtuoso son aquellos pasos que se repiten de forma constante, con un objetivo en común: crear un marco específico de análisis para la toma de decisiones; el cual tenga un impacto favorable dentro de la institución.
Los pasos a los que se refiere el concepto anterior son: anticipar oportunidades, conocer mejor tu negocio para tomar acción y medir el impacto de dichas acciones al negocio.
Han sido numerosas las ocasiones en las que he tenido la oportunidad de compartir con tomadores de decisiones. En las reuniones que sostenemos, en conjunto con el equipo de consultoría, les realizamos siempre una pregunta básica: ¿cuál es su producto más rentable?; la respuesta no les toma mucho tiempo meditarla, sin embargo, tiempo después al tener los resultados de un análisis profundo de costos e ingresos… resulta que es otro producto.
Solo quiero aclarar que esto no significa que no se conozca el negocio, sino que tenemos un campo de oportunidad para conocerlo mejor. El conocimiento profundo del negocio se adquiere con información, pero para contar con ésta, se necesita tener medios para capturarla y procesarla.
Imaginemos esto: contamos con información de calidad y veraz, con esto podemos medir el negocio (pasado y futuro), al medir el negocio podremos anticipar oportunidades. He aquí el círculo virtuoso en acción.
Tratemos de adentrarnos —sin entrar en mucha profundidad— en cada uno de los pasos del círculo virtuoso.
Anticipar oportunidades
¿Qué harías de diferente hoy si supieras lo que va a pasar mañana? Si yo tuviera esa información, considero que haría todo aquello que me vaya a resultar en algo positivo o agradable; aunque, la realidad es que nadie puede saber —al 100%— lo que sucederá mañana o en un año, sin embargo, podemos tener aproximaciones confiables.
En su libro «Ciencia de datos para negocios», Provost and Fawcett (2013) nos explica los beneficios que tiene el contar con información para poder hacer análisis de predicción.
Por medio de proyecciones, análisis de segmentación, correlaciones, entre otros, podemos tener un medio, lo más certero posible, para saber lo que podría suceder.
Si tuvieras información de lo que podría suceder con un alto grado de confiabilidad ¿qué harías?.
Conocer mejor tu negocio para tomar acción
Partamos de lo que mencionábamos con anterioridad. Cuando tenemos información podemos predecir de forma confiable lo que sucederá, pero también surge algo adicional: llegamos a conocer mejor nuestro negocio, en otras palabras, contamos con mejor información.
En el ejemplo que mencionaba al inicio, donde preguntamos cuál es el producto más rentable, muchas veces se cree tener el conocimiento de cuál es ese producto, pero después caemos a la realidad que no lo es; es aquí donde empezamos a conocer en realidad nuestro negocio.
Encontrar las áreas de oportunidad es lo más sencillo, tomar la decisión de qué vamos a hacer es el verdadero tema de debate y en muchas ocasiones la parte más compleja. Lo bueno es que las decisiones pueden ser tomadas con hechos que justifiquen las mismas; esto lo da la información. Este paso del círculo virtuoso es clave y en nuestra opinión el más importante, no tiene sentido el contar con mejor información sino podemos traducir dicho conocimiento en acciones concretas.
Medir el impacto del negocio
En su libro «Negocios dirigidos por información» Redman (2008) nos habla sobre la importancia que tiene la información, es más, nos da una panorámica —que al menos para mí lo fue— nueva sobre cómo apreciar el valor que tienen los datos.
Redman nos explica que la información con la que contamos, es uno de los activos más valiosos que tiene la empresa. Imagina esto: basándonos en información, podemos construir modelos de predicción, podemos llegar a conocer las interioridades de nuestro negocio, podemos llevar el control de lo que consumimos, podemos llegar a saber si estamos siendo rentables, entre muchas otras; es decir, la información tiene peso.
El tema —y que a veces preocupa— es que no le damos el valor que la información posee. Muchas veces guardamos la misma en archivos que luego se pierden, o en hojas de papel que luego nadie recuerda. Sin información, no podemos medir el impacto del negocio. Es redundante, pero importante el volver a recordar que sin acciones -paso anterior- no hay impacto que medir que provenga de esfuerzos proactivos dirigidos y enfocados al logro de algún resultado; estaremos sujetos a los impactos exógenos o en palabras más simples, a la deriva dejando que las olas, marea y viento afecten la dirección o el rumbo a seguir.
La buena noticia es que siempre podemos empezar a guardar la información. Tengamos algo presente: la información es el activo más importante para la toma de decisiones.
En conclusión
Al unir estos tres pasos tenemos el círculo virtuoso de las organizaciones. El factor en común de cada uno de los pasos es la información, que como vimos, es el activo más importante. Así como lo fue Beethoven, un virtuoso de la música, nosotros también podemos darle a nuestra empresa el talento que queremos para que sea más rentable siempre y cuando la información provoque el tomar algún tipo de decisión o seleccionar algún con-junto de acciones en particular.
Provost, F., & Fawcett, T. (2013). Data Science for Business: What you need to know about data mining and data-analytic thinking (1 ed.). O’Reilly Media.
Redman, T. C. (2008). Data Driven: Profiting from Your Most Important Business Asset. Harvard Business Review Press.
Vox. (2012). Diccionario General de la Lengua Española Vox. Larousse Editorial.